¡¡¡Food Morning!!!
Empiezo la semana con la segunda parte de mi viaje a Tailandia, al sur del país. Después de este post no os preocupéis que habrá más pero más callejeros y curiosos 😉
Después de 4 días maravillosos y de no parar de visitar, comer y comprar en Bangkok, madrugamos muchísimo para coger un vuelo a Krabi, al sur del país. Menos mal que en Bangkok Airlines fueron súper agradables porque no sabéis la cantidad de equipaje que llevaba ya para esa fecha… ya os contaré en detalle mis compras, pero me traje hasta ¡¡unos colchones!!
Al llegar a Krabi, Turismo de Tailandia nos había preparado un coche para recogernos y llevarnos durante 45 minutos hasta el puerto del hotel Pimalai. Una vez en el puerto, una lancha (grande) del propio hotel se hace cargo de tus maletas y te lleva durante otros casi 40 minutos a la isla de Koh Lanta donde está este resort.
Fue un viaje un poco agotador, pero merece la pena, sobre todo terminarlo con ese paseo en barco viendo esas islas-montaña tan maravillosas y tan significativas de este paisaje.
Al llegar a la isla, el embarcadero no era de madera estable si no que estaba hecho de bidones de plástico vacíos, muy divertido y muy parque de atracciones, ya que se mueven como el agua y las olas así que supongo que algún patoso se habrá caído al agua desembarcando, nosotras por supuesto no.
El director del hotel nos estaba esperando para acompañarnos a la recepción. Nos subieron a unos carritos de golf gigantes, como los cochecitos de golf pero en más altos. Y empezamos a recorrer el resort (todo cuesta arriba) para llegar a una recepción en mitad de la montaña con unas vistas de escándalo. Nos enseñaron nuestras villas privadas donde pasaríamos las siguientes 2 noches. Impresionantes, con su salón privado, piscina infinity y unas vistas a la playa espectaculares, perfectas para no salir de ellas si no quieres relacionarte y descansar. Fue muy curioso cuando al dejarnos nos indicaron que siempre cerráramos las puertas, pero ¡¡¡con llave!!! Hay macacos (monos) que viven en libertad y saben abrir puertas, así que imagínate el susto si al entrar te encuentras con uno en tu habitación devorando el centro de frutas, ¡me muero! Después de un ratito para aclimatarnos y cambiarnos nos fuimos a comer a un restaurante en plan chiringuito a pie de playa que se llamaba Same Same but Different y que nos encantó, tomamos un pescado a la brasa con una salsa con los típicos sabores de aquí espectacular. Además tenía una tienda de souvenirs ideal en la que compramos varias cosas (¡como no!).
Aprovechamos que teníamos algo de tiempo libre antes de la cena y nos dimos un chapuzón, un paseo en kayak y vuelta a la habitación para cambiarnos para la cena. Nos habían preparado una cena típica Thai en uno de los restaurantes del hotel, el Seven Seas con una terraza impresionante con vistas a toda la costa de la isla. Cenamos con Mirko, el director del hotel que fue un encanto y nos contó toda la historia sobre el resort. Es curioso porque no pertenece a una cadena hotelera, si no que fue un proyecto que empezaron hace varios años un grupo de amigos hasta convertirse en el hotelazo que es hoy. Después de la cena que fue riquísima, Mirko nos acompañó para que viéramos un poco de vida local y nos llevó a un bar en la playa que se llamaba Why Not y en el que tocaban música en directo dos chavales tailandeses, versionando clásicos de toda la vida, te sentabas en el suelo sobre colchonetas y te tomabas tu mojito en vasos cubiertos con bambú, ¡un planazo! No nos quedamos hasta muy tarde porque los madrugones en este viaje para aprovechar el día y la luz han sido importantes.
Al día siguiente, después de probar el magnífico desayuno del hotel nos llevaron a ver Saladán, el pueblo de pescadores de la isla y los manglares donde pudimos ver a estos famosos macacos en libertad y nos llevamos algún sustillo porque no son nada simpáticos… Paseamos por el pueblo, comimos en un restaurante local, compramos alguna cosilla más y nos fuimos corriendo al hotel porque nos esperaba una excursión para hacer snorkel a 40 minutos en barco. Mi marido que es un gran aficionado al buceo me tiene bastante acostumbrada a ver y conocer el fondo marino, pero os aseguro que en mi vida había visto tantos peces y tantas especies juntas. Un auténtico espectáculo. Después de bañarnos y de estar casi una hora cotilleando el fondo del mar como locas, nos recibieron con un aperitivo en el barco y pusimos rumbo de vuelta al hotel mientras aterdecía, fue un momento mágico y muy relajante.
Estábamos tan cansadas después del día que decidimos no bajar a cenar y nos quedamos en una de las villas viendo todas las fotos que habíamos hecho y recordando lo bien que lo habíamos pasado. Además teníamos que rehacer la maleta, cada vez más tetris por todo lo que íbamos comprando, porque al día siguiendo poníamos rumbo a Phucket.
Nos volvieron a llevar al puerto del hotel en tierra firme, y allí cogimos un coche que nos llevó durante 3 horas por la costa hasta llegar a la zona de Phucket, al hotel Point Yamu de la cadena COMO Hotels. Hemos visto sitios espectaculares durante nuestro viaje pero la llegada a este fue algo de quitar la respiración. La arquitecta de interiores y diseñadora italiana, Paola Novone, había convertido este lugar en un sitio mágico en el que todo te gustaba y cada rincón era una maravilla. Llegamos de noche así que tuvimos el tiempo justo de dejar las maletas e ir a cenar a un restaurante de pescadores no muy lejos del hotel.
Al día siguiente disfrutamos del desayuno y como solo nos quedábamos unas horas aprovechamos para hacer fotos de todos los espacios. Comimos en su restaurante La Sirena, en la que el chef que es australiano nos preparó una degustación de su cocina que es italiana pero con productos de la zona, riquísimo todo. Después nos llevaron al beach club que habían inaugurado dos días antes a 40 minutos en lancha motora. Una islita impresionante con cabañas privadas, restaurante, piscina, ¡una gozada! Es más la foto de portada del artículo de Condénast Traveler es allí mismo. Para quedarse a vivir, de verdad…
Y desgraciadamente aquí acaba nuestro viaje, pusimos rumbo al aeropuerto donde Qatar Airways nos llevaría de vuelta a Madrid… Pero ¡menudo viajazo!
Os dejo fotos para que veáis como era cada sitio y empezad bien la semana 😉
Besos,
Samy
Ole que viaje! Y esa lista de compras?
Excelente reporte del viaje, que ganas tengo de ir de nuevo.